[La vela se pone en el candelero, para que los que entren puedan ver.] Lunes XXV Tiempo Ordinario Ciclo C
Lunes
XXV Tiempo Ordinario Ciclo C
EVANGELIO
[La vela se pone en
el candelero, para que los que entren puedan ver.]
Del santo Evangelio
según san Lucas 8, 16-18
En aquel
tiempo, Jesús dijo a la multitud: "Nadie enciende una vela y la tapa con
alguna vasija o la esconde debajo de la cama, sino que la pone en un candelero,
para que los que entren puedan ver la luz. Porque nada hay oculto que no llegue
a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público.
Fíjense, pues, si están entendiendo bien, porque al que tiene se le dará más;
pero al que no tiene se le quitará aun aquello que cree tener". Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
Lc 8, 16-18 Luego de la parábola
del sembrador se nos dice que esa Palabra que los discípulos han recibido se
presenta como una luz que no puede ser guardada en la intimidad del corazón
sino que debe ser compartida, comunicada, ya que de otra manera pierde su
sentido de luz; ninguna lámpara se enciende para ser guardada. Por eso se
invita al discípulo a no medir su entrega a esa Palabra. La Palabra merece ser
amada, vivida y compartida sin cálculos, para que de la misma manera, sin
medida, Dios llene la propia vida de su luz y de su poder. De otro modo
sucederá lo mismo que pasa con una semilla que se guarda: termina perdiendo la
vida, termina podrida o estéril. Así se nos indica una ley de la vida
espiritual: para crecer en lo que se posee, e incluso para no perderlo, es
necesario comunicarlo. Lo que no se comunica deja de ser auténtico y se muere,
aunque aparentemente siga estando presente. Por eso podemos hablar de una fe
viva y de una fe muerta. La fe viva es la que "se hace activa por el
amor" (Gál 5, 6). Así se entiende lo que dice el final de este texto:
"al que no tiene se le quitará aun lo que parece tener" (Lc 8, 18).
Esta es la paradoja de las cosas de Dios, que no se aseguran reteniéndolas,
sino regalándolas. Del mismo modo, la libertad cristiana es convertirse en
esclavos de los demás (Gál 5, 13), porque el Espíritu Santo nos libera de
nosotros mismos para hacernos uno con el hermano y ganarlo para Cristo:
"Siendo libre, me hice esclavo de todos" (1 Cor 9, 19). Y así, en
lugar de perderla, ganamos la más preciosa libertad, la liberación que produce
el amor. Oración: "Señor, dame la alegría de compartir la vida que me das,
de llevar a otros esa Palabra que ha iluminado mi existencia. No permitas que
muera dentro de mí esa luz preciosa que encendiste en mi interior".
“Que el Señor te acompañe en este día
y te llene de bendiciones”
Feliz y bendecido!!!
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