[Te seguiré a donde quiera que vayas.] Miércoles XXVI Tiempo Ordinario Ciclo C
Miércoles XXVI Tiempo Ordinario Ciclo C
EVANGELIO
[Te seguiré a donde
quiera que vayas.]
Del santo Evangelio
según san Lucas 9. 57-62
En aquel
tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, alguien le dijo:
"Te seguiré a donde quiera que vayas". Jesús le respondió: "Las
zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no
tiene en dónde reclinar la cabeza". A otro, Jesús le dijo:
"Sígueme". Pero él le respondió: "Señor, déjame ir primero a
enterrar a mi padre". Jesús le replicó: "Deja que los muertos
entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios". Otro le dijo:
"Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia".
Jesús le contestó: "El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve
para el Reino de Dios". Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Lc 9, 57-62 Después de rechazar
las pretensiones de los discípulos, que habían propuesto destruir a los
enemigos haciendo caer fuego del cielo, Jesús quiere liberar a sus discípulos
de toda pretensión de gloria humana: si quieren seguirlo deben renunciar a toda
seguridad de este mundo y lanzarse hacia delante, donde lo imprevisto del Reino
de Dios quiera llevarlos. No hay dónde reclinar la cabeza, no hay seguridades
familiares. Se trata de poner la mano en el arado y no mirar más para atrás. La
urgencia del Reino de Dios que estaba llegando exigía discípulos dispuestos a
la novedad y decididos a lanzarse hacia donde el Padre quisiera llevarlos, así
como Cristo se encaminaba "decididamente" hacia Je- rusalén, porque
había que dedicarse "a los asuntos del Padre" (Lc 2, 49). Para arar
el campo es necesaria esa decisión y se requiere mirar siempre hacia delante,
aun cuando uno haya dejado atrás la comodidad de la estancia. Mirar para atrás
es no estar en ninguna parte, es no vivir el presente, es aceptar a medias los
nuevos desafíos y las nuevas posibilidades que Dios ofrece, es optar por la
melancolía, es pretender tenerlo todo asegurado antes de tomar una decisión por
el Reino de Dios. Como ejemplo de la fuerza destructiva que tiene esa nostalgia
que nos tira para atrás, tenemos el relato sobre la mujer de Lot, que al mirar
para atrás se convierte en un cúmulo de sal, sin vida ni esperanza (Gn 19, 26).
Y como paradigma positivo tenemos la actitud que describe Pablo en Flp 3, 7-16.
Pablo prefiere olvidarse del camino recorrido y lanzarse hacia delante,
considerando que todo lo que queda atrás es una desventaja al lado de lo que es
caminar con Cristo. Oración: "Señor, tu Espíritu es viento que empuja, que
lanza hacia adelante; derrámalo en mi vida para que no me quede anclado en el
pasado y la comodidad, y acepte el desafío de cada misión que tú quieres
confiarme".
“Que el Señor te acompañe en este día
y te llene de bendiciones”
Feliz y bendecido!!!
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