[A Juan yo lo mandé decapitar. ¿Quién es entonces éste de quien oigo semejantes cosas?] Jueves XXV Tiempo Ordinario Ciclo C
Jueves XXV Tiempo Ordinario Ciclo C
EVANGELIO
[A Juan yo lo mandé
decapitar. ¿Quién es entonces éste de quien oigo semejantes cosas?]
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 7-9
En aquel
tiempo, el rey Herodes se enteró de todos los prodigios que Jesús hacía y no
sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado; otros, que
había regresado Elías, y otros, que había vuelto a la vida uno de los antiguos
profetas. Pero Herodes decía: "A Juan yo lo mandé decapitar. ¿Quién será,
pues, éste del que oigo semejantes cosas?" Y tenía curiosidad de ver a
Jesús. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Lc 9, 7-9 En el relato de su
evangelio, Lucas hace una interrupción para hablar de Herodes. No se trata de
Herodes el grande, que aparece en la época del nacimiento de Jesús y en la
matanza de los niños, sino de su hijo Herodes Antipas. Este Herodes Antipas era
amigo de Juan el Bautista y lo escuchaba admirado; pero eso no impidió que lo
encarcelara cuando la presencia del Bautista comenzaba a afectar sus intereses
personales (Lc 3, 19-20). Ahora, por lo que escuchaba decir acerca de Jesús,
Herodes no podía evitar asociarlo con Juan el Bautista, y quería verlo. Pero
esto no significa que hubiera nacido en él algún arrepentimiento o que su
corazón se estuviera abriendo a la invitación a la conversión, de Juan y de
Jesús. De hecho Lucas nos cuenta que buscaba a Jesús para matarlo (13, 31-32);
y luego nos narra (23, 8) que Herodes se alegró mucho cuando le llevaron a
Jesús, pero el motivo de su alegría se debe a que "esperaba verlo hacer
algún milagro". Como Jesús no accedió a sus deseos y ni siquiera contestó
sus preguntas, comenzó a tratarlo con desprecio y burlas (23, 11). Así se
manifiesta que su interés por Juan el Bautista y por Jesús sólo consistía en su
afán de conocer gente interesante y presenciar prodigios, pero sólo en la
medida en que no contrariaran sus intereses personales y no cuestionaran su
vida. Lucas evita narrar detalladamente la historia de la muerte de Juan el
Bautista, pero no quiere dejar de mencionar a Herodes en estos textos. Esta presencia
de Herodes nos invita a pensar si nuestro corazón está verdaderamente abierto a
Jesús, permitiéndole que cuestione nuestra vida, o si nuestra fe consiste sólo
en un deseo de ver maravillas, pretendiendo que Jesús esté al servicio de los
propios caprichos. Oración: "Jesús, no quisiera que tú, mi Señor y mi
Salvador, seas sólo un apéndice en mi vida, una figura llamativa, un profeta
milagroso al servicio de mis caprichos. Ayúdame a abrir mi corazón a tu Palabra
para que me deje interpelar por ella y acepte cambiar mi vida".
“Que el Señor te acompañe en este día
y te llene de bendiciones”
Feliz y bendecido!!!
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