[Todo el que pide, recibe.] Jueves de la I Semana de Cuaresma
Jueves de la I Semana de Cuaresma
EVANGELIO
[Todo el que pide,
recibe.]
Del santo Evangelio
según san Mateo 7, 7-12
En aquel
tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Pidan y se les dará; busquen y
encontrarán; toquen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que
busca, encuentra; y al que toca, se le abre. ¿Hay acaso entre ustedes alguno
que le dé una piedra a su hijo, si éste le pide pan? Y si le pide pescado, ¿le
dará una serpiente? Si ustedes, a pesar de ser malos, saben dar cosas buenas a
sus hijos, con cuanto mayor razón el Padre, que está en los cielos, dará cosas
buenas a quienes se las pidan. Traten a los demás como quieren que ellos los
traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas”.
Palabra del
Señor
REFLEXIÓN
Mt 7, 7-12 Este texto invita a orar con plena
confianza, descargando las preocupaciones en la presencia del Padre. Otros
textos bíblicos invitan también a esta súplica liberadora (1 Ped 5, 7; Sant 5,
13; Flp 4, 6) y sin dudar (Mc 11, 24; Sant 1, 7-8). Cuando suplico con un
corazón sincero soy capaz de dejar mis preocupaciones en las manos de Dios, y
así comienzo a sentir que ya no estoy solo con mis problemas, porque han comenzado
a ser también una ocupación del Padre. Por lo tanto, ya no me interesa
obsesionarme para que esa situación termine como yo lo he planeado. Lo
importante es que terminará como al Padre le parezca mejor, y así estará bien,
y así será mejor para mí, realmente mejor. Pero la Palabra de Dios también nos
indica que puede haber motivos que hacen que no consigamos lo que pedimos en la
oración: cuando el que pide está obsesionado por sus necesidades pasionales
(Sant 4, 2-3), o porque tiene un corazón cerrado a las necesidades ajenas (Is
1, 15-17; 58, 9- 10, o porque Dios tiene un plan mejor para él (2 Cor 12, 8-9).
En el v. 12 aparece la ley de oro: que cada uno trate a los demás como quiere
que lo traten a él. Esta expresión aparece en textos antiguos de otras
religiones, pero de un modo negativo, invitando sólo a no hacer daño; aquí se
invita a dar un paso más, buscando para los demás el bien que uno espera de
ellos. Esto sólo puede ser obra de la gracia de Dios, porque se trata de un
corazón que rompe sus propias paredes y amplía su pequeño mundo para dar cabida
a los intereses de los demás, hasta el punto que uno comienza a buscar el bien
de los demás de la misma manera que busca su propio bien, capaz de alegrarse
con sus alegrías y de preocuparse con sus angustias. Oración: "Señor mío,
pongo ante ti todas mis preocupaciones, dejo en tus manos todo lo que me
inquieta, y también todos mis sueños y anhelos, porque lo que está en tus manos
termina bien. Confío en ti Señor, creo en tu amor y en tu poder. Y te pido
también la gracia de actuar con los demás como desearía que actuaran
conmigo".
“Que el Señor te acompañe en este día
y te llene de bendiciones”
Cuaresma tiempo de conversión
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