[Perdonen y serán perdonados.] Lunes de la II Semana de Cuaresma
Lunes de la II Semana de Cuaresma
EVANGELIO
[Perdonen y serán
perdonados.]
Del santo Evangelio
según san Lucas 6, 36-38
En aquel
tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Sean misericordiosos, como su Padre es
misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán
condenados; perdonen y serán perdonados. Den y se les dará: recibirán una
medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica.
Porque con la misma medida con que midan, serán medidos”.
Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
Lc 6, 36-38
Aquí Lucas resume claramente la perfección moral del cristiano en la
misericordia, puesto que suple la expresión tradicional "sean
perfectos", que utiliza Mateo, por "sean compasivos", y Dios
mismo es caracterizado en primer lugar por esta compasión. De ahí que Santo
Tomás diga que la máxima de las virtudes divinas es la misericordia. Y éste es
en realidad un tema que surca todo el evangelio de Lucas, que suele llamarse
"el evangelio de la misericordia". En el capítulo 15 Lucas nos ofrece
las preciosas parábolas de la misericordia de Dios, y en el capítulo 10 la
parábola del buen samaritano, que tuvo compasión del hombre caído. En este
texto nos explica cuáles son las dos manifestaciones de esta misericordia: una
es la bondad en el juicio, la comprensión de los errores ajenos, el perdón. La
otra es la generosidad, la capacidad de dar, de compartir lo que tenemos. En
los dos casos, la medida que usemos con los demás es la que usará Dios con
nosotros para juzgarnos o para regalarnos la felicidad eterna. Cuando nosotros
miramos al hermano con compasión, y tomamos con ternura y paciencia sus
defectos y caídas, cuando tratamos de poner en la balanza sobre todo las cosas
buenas que hemos tratado de descubrir en él, y le agregamos unas cuantas
excusas que nos ayudan a comprenderlo, Dios hace lo mismo con nosotros. Cuando
en lugar de pasar indiferentes ante un hermano, poniendo excusas para no
ayudarlo, nos proponemos más bien tratar de hacerlo feliz y hacerle todo más
llevadero, Dios también deja de mirar nuestras imperfecciones y pecados, y nos
prepara una gran alegría. No significa que Dios esté midiendo matemáticamente
cada una de nuestras acciones, sino que el perdón, la compasión y la
generosidad abren el corazón, amplían su espacio, y lo disponen para recibir
más abundantemente la alegría, la paz y la vida que Dios gratuitamente quiere
regalar. Oración: "Abre mi corazón cerrado Señor, sánalo de sus miserias,
para que no mire a los demás con ojos crueles o indiferentes, sino
comprensivos, generosos; así como tú me miras comprendiendo mi debilidad y
llenándome de tus dones".
“Que el Señor te acompañe en este día
y te llene de bendiciones”
Cuaresma tiempo de conversión
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