"Una lámpara se trae para colocarla sobre el candelero" Jueves Semana III del Tiempo Ordinario Ciclo C
Jueves Semana III del Tiempo Ordinario
EVANGELIO
Una lámpara se trae
para colocarla sobre el candelero. La medida con que midáis se usará para
vosotros
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 4, 21-25
Jesús decía a
la multitud: ¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o
debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero? Porque no
hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba
manifestarse. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga! Y les decía: ¡Presten
atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les
darán más todavía. Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le
quitará aun lo que tiene.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Todo el capítulo 4 de Marcos
sigue hablando de la semilla de la Palabra, pero ahora esa Palabra que los
discípulos han recibido se presenta como una luz que no puede ser guardada en
la intimidad del corazón sino que debe ser compartida, comunicada, ya que de
otra manera pierde su sentido de luz; ninguna lámpara se enciende para ser
guardada sino para irradiar, para comunicar su luz. Por eso se invita al discípulo
a no medir su entrega a esa Palabra. La Palabra merece ser amada, vivida y
compartida sin cálculos, para que de la misma manera, sin medida, Dios llene la
vida de su luz y de su poder. De otro modo sucederá lo mismo que pasa con una
semilla que se guarda: termina perdiendo la vida, termina podrida o estéril.
Así se nos indica una ley de la vida espiritual: para crecer en lo que se
posee, e incluso para no perderlo, es necesario comunicarlo. Lo que no se
comunica deja de ser auténtico y se muere, aunque aparentemente siga estando
presente. Por eso podemos hablar de una fe viva y de una fe muerta. La fe viva
es la que "se hace activa por el amor" (Gál 5, 6). Del mismo modo, la
única luz que tiene sentido y sirve para algo es la que ilumina, la que se
comunica a los demás. Dando y comunicando no nos gastamos, no nos agotamos, no
nos debilitamos, no nos empobrecemos, sino que nos enriquecemos y nos
fortalecemos más todavía, porque Dios siempre nos gana en generosidad:
"Den y se les dará, una medida buena... desbordante" (Lc 6, 38).
Oración: "Señor, dame la alegría de compartir la vida que me das, de
llevar a otros esa Palabra que ha iluminado mi existencia. No permitas que
muera dentro de mí esa luz preciosa que encendiste en mi interior".
“Que el Señor
te acompañe en este día y te llene de bendiciones”
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