"¿Quién es este que hasta el viento y el mar le obedecen?" Sábado Semana III del Tiempo Ordinario Ciclo C
Sábado Semana III del
Tiempo Ordinario
EVANGELIO
¿Quién es este que
hasta el viento y el mar le obedecen?
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 4, 35-40
Al atardecer
de aquel día, Jesús dijo a sus discípulos: Crucemos a la otra orilla. Ellos,
dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras
barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas
entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa,
durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: ¡Maestro! ¿No te
importa que nos ahoguemos? Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar:
¡Silencio! ¡Cállate! El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después
les dijo: ¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Jesús calma
una tormenta en el mar ante la mirada asombrada de los discípulos. El mar
simbolizaba las fuerzas ocultas del mal, ante las cuales el hombre se siente impotente,
porque superan su capacidad de comprensión y de acción. Pero en toda la Biblia
Dios aparece dominante por encima del mar. Aquí Jesús duerme plácido en medio
de la tormenta marina, y los discípulos lo despiertan indignados y llenos de
temor. Y Jesús con su sola palabra, dando una orden, se manifiesta como
dominador de las fuerzas misteriosas. Sobrevino una calma perfecta, total,
símbolo de la paz divina que sólo puede traer el Mesías. El temor de los
discípulos luego del prodigio es el temor que se siente ante lo sagrado, ese
Misterio divino que despierta en nosotros respeto, admiración, y produce en
nuestros corazones la sensación de pequeñez e indignidad. Así Jesús, tanto en
el sueño como en la acción aparece como el verdadero Señor, el único dueño de
la situación, lo cual contrasta con la angustiosa impotencia y el tremendo
miedo de los discípulos. También en medio de nuestras tormentas puede
manifestarse su gloria, pero tenemos que estar convencidos de que él tiene
poder sobre las fuerzas del mal, para que creamos de verdad que con él todo
terminará bien. Oración: "Señor, pongo mi vida en tus manos, porque yo
solo con mi fragilidad no puedo enfrentar los misterios de la vida ni puedo
dominar los males que me amenazan, pero contigo tengo la seguridad que me
permite enfrentarlo todo".
“Que el Señor
te acompañe en este día y te llene de bendiciones”
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Muy bien
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