Sábado 08 de agosto
Si ustedes tienen fe, nada les será imposible.
Del santo Evangelio según san Mateo: 17, 14-20
En aquel tiempo, al llegar Jesús a donde estaba la multitud, se le acercó un hombre, que se puso de rodillas y le dijo: "Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques terribles. Unas veces se cae en la lumbre y otras muchas, en el agua. Se lo traje a tus discípulos, pero no han podido curarlo". Entonces Jesús exclamó: "¿Hasta cuándo estaré con esta gente incrédula y perversa? ¿Hasta cuándo tendré que aguantarla? Tráiganme aquí al muchacho". Jesús ordenó al demonio que saliera del muchacho, y desde ese momento éste quedó sano. Después, al quedarse solos con Jesús, los discípulos le preguntaron: "¡Por qué nosotros no pudimos echar fuera a ese demonio?". Les respondió Jesús: "Porque les falta fe. Pues yo les aseguro que si ustedes tuvieran fe al menos del tamaño de una semilla de mostaza, podrían decirle a ese monte: 'Trasládate de aquí para allá', y el monte se trasladaría. Entonces nada sería imposible para ustedes".
Palabra del Señor.
LA FORTALEZA DE LOS PROFETAS
Hab 1, 12-2,4; Mt 17, 14-20
Los israelitas vivían desmoralizados en tiempos del profeta Habacuc. Parecían pececillos indefensos atrapados por la red barredera del ejército asirio. Las incursiones militares no cesaban, el número de víctimas continuaba imparable. El profeta se hace eco del reclamo de sus hermanos y lanza directa su queja ante Dios: ¿por qué contemplas en silencio a los traidores..., al que mata pueblos sin compasión? Habacuc se mantiene atento, espera la respuesta, no se la inventa, cuando Dios se la comunica la transmite sin vacilar: el sufrimiento de Israel tiene también un plazo. No se prolongará indefinidamente, aunque así lo parezca. Es necesario confiar y resistir, quien aprenda a confiar, logrará salvar su vida. Los familiares de las víctimas siguen ahí. La respuesta sigue sin llegar.
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