Lunes 10 de agosto
El que me sirve será honrado por mi Padre.
Del santo Evangelio según san Juan: 12, 24-26
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre".
Palabra del Señor.
LA DONACIÓN DE SÍ MISMO
2 Cor 9, 6-10; Jn 12, 24-26
Uno puede dar sus cosas y también puede donarse a sí mismo. Obviamente es más sencillo regalar algo de nuestros bienes a las personas en situación de necesidad, que entregarnos a nosotros mismos. Darse uno, arriesgando la vida por una causa valiosa es más exigente. Estamos tan apegados a nosotros mismos que encontramos mil excusas para justificar nuestra indiferencia ante el dolor ajeno. El Señor Jesús nos ofrece una alternativa válida para reavivar nuestra solidaridad: es recomendable atender a esta paradoja del grano de trigo: es necesario darse para conseguir la vida plena. No conviene contemplar el futuro desde el ángulo el cálculo y el beneficio personal, eso nos vuelve mezquinos e interesados. La bondad desmedida de Dios ha resplandecido en Jesús para alentarnos a vivir en sintonía con los valores de la gratuidad y la compasión.
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