[Y a ti, una espada te atravesará el alma.] 15 septiembre Memoria, NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES


 

15 septiembre Memoria, NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES

EVANGELIO

[Y a ti, una espada te atravesará el alma.]

Del santo Evangelio según san Lucas 2, 33-35

En aquel tiempo, el padre y la madre del niño estaban admirados de las palabras que les decía Simeón. El los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anunció: "Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma". Palabra del Señor.

O bien:

[¿Y cuál hombre no llorara / si a la Madre contemplara / de Cristo en tanto dolor?]

Del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27

En aquel tiempo, estaban junto a la cruz de Jesús, su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: "Mujer, ahí está tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Ahí está tu madre". Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN: •

 La devoción a la Virgen Dolorosa, como sucede frecuentemente, fue primero una devoción popular antes que litúrgica. Sus orígenes se remontan al siglo XII y fue muy difundida sucesivamente por los cistercienses, por los franciscanos, por los servitas y por los pasionistas. Fue el Papa Pío VII quien –como recuerdo de los sufrimientos infligidos por Napoleón a la Iglesia en la persona de su cabeza– la introdujo en el Calendario Romano en 1814 y fue San Pío X quien en 1913 la fijó definitivamente el 15 de septiembre. María viene así asociada al dolor de su Hijo y nosotros nos asociamos al dolor de María y a la muerte redentora de Jesús… • El anciano Simeón hace un atinado pronóstico de lo que será el destino de este Niño admirable. Y María junto a la cruz personificará lo que significa el dolor humano llevado hasta el extremo. La coparticipación dolorosa de la Madre del Salvador en su obra de salvación (Cfr. Lc 2, 33-35), es testimoniada en esta hora decisiva por San Juan, que la recibió como su Madre (Cfr. Jn 19, 25- 27). El arte cristiano ha reflejado magníficamente estas escenas en la múltiple representación de la “Piedad”, como íntimo martirio de la Madre del Crucificado.


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