[Tú eres el Mesías de Dios. - Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho.] Viernes XXV Tiempo Ordinario Ciclo C
Viernes XXV Tiempo Ordinario Ciclo C
EVANGELIO
[Tú eres el Mesías de
Dios. - Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho.]
Del santo Evangelio
según san Lucas 9, 18-22
Un día en que
Jesús, acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario para orar,
les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos contestaron:
"Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que
alguno de los antiguos profetas, que ha resucitado". Él les dijo: "Y
ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Respondió Pedro: "El Mesías de
Dios". Entonces Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie.
Después les dijo: "Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que
sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea
entregado a la muerte y que resucite al tercer día". Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Lc 9, 18-22 Después de mucho
tiempo de convivencia y de enseñanza, Pedro reconoce que Jesús no es un profeta
más, ni una especie de sucesor del Bautista, sino el Mesías esperado. Pero
Jesús quiere llevar a sus discípulos a descubrir que el Mesías debe pasar por
la cruz. Luego de anunciar su pasión, en el versículo siguiente se pide a los
discípulos que acepten reproducir ese misterio en las propias vidas, cargando
con la cruz. En las molestias y renuncias de la vida se está compartiendo la
pasión del Señor. Sin embargo, Jesús tampoco quiere presentar a sus discípulos
una perspectiva negra, donde lo único que se ve en el horizonte es dolor y
renuncia. Porque al anunciar la pasión Jesús anuncia también su resurrección.
La cruz no es la última palabra. No sólo eso, sino que si leemos también el
versículo 27, vemos que allí se anuncia a los discípulos que alcanzarían a ver
la coronación de sus tribulaciones antes de su muerte, porque llegarían a ver
el Reino de Dios. Aquí no se refiere al fin del mundo sino precisamente a la
resurrección de Cristo, que se acaba de anunciar, y al derramamiento del
Espíritu en la Iglesia, que los discípulos pudieron experimentar personalmente.
Con Cristo resucitado y presente en la Iglesia por el poder del Espíritu ya ha
comenzado realmente el fin de los tiempos, la última etapa de la historia. Por
eso para nosotros no hay ninguna cruz que no tenga ya alguna luz de la
resurrección. Así como Pedro pudo reconocer en Jesús el cumplimiento de las
antiguas promesas, también nosotros estamos llamados a reconocer a Jesús que
está presente entre nosotros. Sobre todo en la Eucaristía él se hace presente
en nuestras vidas, y allí se cumplen las promesas de los profetas. Cada vez que
celebramos la Eucaristía podemos decir que para nosotros el anuncio de la
Palabra de Dios "se ha cumplido hoy" (Lc 4, 21; 2 Cor 6, 2). Oración:
"Señor, al contemplarte resucitado puedo ver todavía las seña- les de tu
Pasión. Eres el Mesías que ha venido a reinar pasando por la cruz, compartiendo
con la humanidad el dolor y la angustia de su crucifixión. Hazte presente
Señor, con tu gloria y tu luz, en medio de mis tribulaciones".
“Que el Señor te acompañe en este día
y te llene de bendiciones”
Feliz y bendecido!!!
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