[Nadie podrá quitarles su alegría.] Viernes de la VI Semana de Pascua


 


Viernes  de la VI Semana de Pascua  

 

EVANGELIO

[Nadie podrá quitarles su alegría.]

Del santo Evangelio según san Juan 16, 20-23a

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Les aseguro que ustedes llorarán y se entristecerán, mientras el mundo se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se transformará en alegría. Cuando una mujer va a dar a luz, se angustia, porque le ha llegado la hora; pero una vez que ha dado a luz, ya no se acuerda de su angustia, por la alegría de haber traído un hombre al mundo. Así también ahora ustedes están tristes, pero yo los volveré a ver, se alegrará su corazón y nadie podrá quitarles su alegría. Aquel día no me preguntarán nada".

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

Jn 16, 20-23 Jesús quiere vencer la tristeza de los discípulos, que saben que su final está cerca, que presienten el término de su vida compartida. En realidad no les niega el derecho a llorar cuando el mundo se alegre por su dolor y su aparente fracaso (v. 20). Pero Jesús anuncia que esa tristeza podrá convertirse en alegría. Como cuando la mujer, después del dolor, da a luz un hijo (v. 21), esa alegría inundará el corazón de los discípulos al descubrir que Cristo ha triunfado, ha regresado, y ha penetrado invisible y maravillosamente en su interior: "Volveré a verlos y se les alegrará el corazón. Y nadie les podrá quitar esa alegría" (v. 22). Pero el ejemplo del parto hace pensar que ese dolor tiene un valor especial. No sólo es algo que hay que tolerar, no es simplemente algo molesto, que no tiene sentido, que no sirve para nada, sino una especie de nuevo nacimiento. Así como el dolor del parto es necesario para que pueda nacer una vida nueva, del mismo modo el dolor de los discípulos es como una intensa y necesaria purificación que los capacita profundamente para poder descubrir mejor y gozar la presencia interior de Jesús resucitado. Es un dolor fecundo, que es transfigurado por la acción del Espíritu Santo, y que abre paso a la vida nueva de la resurrección. Por eso el consuelo de Jesús no es decir: "Aguanten, que ya pasa". Su consuelo más bien es decir: "Acepten ese dolor, porque producirá algo bello que los llenará de alegría". Toda purificación, cuando es aceptada, cuando se le vive en unión con el Señor, cuando se convierte en una ofrenda de amor, seguramente dará frutos, producirá una vida nueva y mejor. De hecho, después de pasar por un momento difícil, si uno lo ha vivido en la fe y en el amor, la vida se goza y se valora más que antes. Oración: "Señor Jesús, enséñame a aceptar el dolor interior cuando me parece que estás ausente, cuando no siento tu fuerza y tu gozo y me agobian las dificultades y fracasos. Ayúdame a descubrir que, si lo uno a ti, ese dolor producirá vida y alegría".

 

“Que el Señor te acompañe en este día y te llene de bendiciones”

El Señor a Resucitado Aleluya Aleluya

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