[El que recibe al que yo envío, me recibe a mí.] Jueves de la IV Semana de Pascua
Jueves de la IV Semana de Pascua
EVANGELIO
[El que recibe al que
yo envío, me recibe a mí.]
Del santo Evangelio
según san Juan 13, 16-20
En aquel
tiempo, después de lavarles los pies a sus discípulos, Jesús les dijo: “Yo les aseguro:
el sirviente no es más importante que su amo, ni el enviado es mayor que quien
lo envía. Si entienden esto y lo ponen en práctica, serán dichosos. No lo digo
por todos ustedes, porque yo sé a quiénes he escogido. Pero esto es para que se
cumpla el pasaje de la Escritura, que dice: El que comparte mi pan me ha
traicionado. Les digo esto ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda,
crean que Yo soy. Yo les aseguro: el que recibe al que yo envío, me recibe a
mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado”.
Palabra del
Señor
REFLEXIÓN
Jn 13, 16-20
Jesús ha lavado los pies de sus Apóstoles, se ha inclinado humildemente ante
sus servidores, se puso a los pies de sus criaturas para lavarlas. Él, que se
dejó lavar los pies por su amiga María (12, 3), que se dejó amar y servir por
sus amigos, no aparece como un rey que busca honores y comodidades, porque él
mismo realizó el gesto de ponerse de rodillas ante los demás. El es un rey que
reina sirviendo. Al terminar este gesto, Jesús les hace notar que si ellos son
sus discípulos no pueden obrar de otra manera, no pueden pretender honores,
gloria, puestos y lugares destacados. Su misión es la misma que la del Maestro,
inclinarse a servir a los demás con humildad y sencillez. Lo dice claramente:
"Les di ejemplo para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes" (13,
15). Pero también enseña que esta humildad no produce tristeza, debilidad, no
es anularse a sí mismo, sino que produce la verdadera felicidad, es una
liberación, es gozo y vida nueva: "Si lo saben y lo cumplen, serán
felices" (v. 17). Sin embargo uno de los apóstoles no acepta esa
humillación, quiere un Mesías dominante, y quiere reinar al lado de un
triunfador mundano, y por eso renuncia a ese camino de felicidad que Cristo
propone. No basta admirar a Jesús, no basta ser sus discípulos; es necesario
permitirle también que transforme nuestras opciones y nuestra forma de actuar,
que sane nuestro deseo de dominio y de apariencia y nos infunda deseos de
servir humildemente, que nos haga vivir esa alegría del servicio desinteresado
que nunca podremos encontrar buscándonos a nosotros mismos. Por eso decía un
pensador: "Si no tomamos la responsabilidad de servir a los demás, el
sufrimiento será ilimitado. Pero cuando desarrollamos una mente amplia y sentimos
compasión por los otros, eso es altamente beneficioso para nosotros mismos...
Cuanto más nos ocupemos de la felicidad de los demás, mayor será nuestra
sensación de bienestar". Oración: "Jesús, te doy gracias por tu
ejemplo de humildad y de servicio, porque no buscaste la gloria mundana, y me
propones un camino de libertad interior y de alegría, sin las ataduras de la
vanidad, la apariencia y la sed de poder".
“Que el Señor te acompañe en este día
y te llene de bendiciones”
El Señor a Resucitado Aleluya Aleluya
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