[Vieron a Jesús caminando sobre las aguas.] Sábado de la II Semana de Pascua
Sábado de la II Semana de Pascua
EVANGELIO
[Vieron a Jesús
caminando sobre las aguas.]
Del santo Evangelio
según san Juan 6, 16-21
Al atardecer
del día de la multiplicación de los panes, los discípulos de Jesús bajaron al
lago, se embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaúm. Ya había caído la
noche y Jesús todavía no los había alcanzado. Soplaba un viento fuerte y las
aguas del lago se iban encrespando. Cuando habían avanzado unos cinco o seis
kilómetros, vieron a Jesús caminando sobre las aguas, acercándose a la barca, y
se asustaron. Pero él les dijo: “Soy yo, no tengan miedo”. Ellos quisieron
recogerlo a bordo y rápidamente la barca tocó tierra en el lugar a donde se
dirigían.
Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
Jn 6, 16-21 Al
prodigio de la multiplicación de los panes se une el prodigio del caminar de
Jesús sobre las aguas. El hecho de que los dos prodigios estén juntos tiene un
significado especial. Porque si repasamos el Antiguo Testamento, podemos ver
que la obra prodigiosa de Yavé, cuando liberó a su pueblo de la opresión
egipcia, se resume en dos portentos: el "poder de Yavé sobre las
aguas", que se manifestó cuando hizo pasar a su pueblo por el Mar Rojo, y
el regalo del maná con el que alimentó a su pueblo a lo largo del desierto. Así
lo vemos en Éx 12, 12; Sal 77, 20; 78, 24; 107, 4- 5.23.25.27-30, etc. Por otra
parte, al finalizar estas narraciones (6, 20), Jesús se presenta diciendo "Yo
soy", lo que nos recuerda el nombre divino con el cual Yavé se presentaba
y manifestaba su majestad. De este modo, el evangelio nos dice que así como
Yavé manifestó su presencia poderosa en medio de su pueblo, así también Jesús
manifestó su poder dominando el mar y alimentando a su pueblo. Jesús no es sólo
el gran profeta anunciado (6, 14), el nuevo Moisés, sino Dios mismo en medio de
su pueblo, alimentándolo y manifestándose poderoso. Cuando los discípulos
estaban navegando, preocupados por la agitación del mar, no supieron descubrir
la presencia de Jesús que se acercaba a ellos, dominante sobre las aguas, y al
miedo por la tormenta se unió el miedo a Jesús. También a nosotros puede
sucedemos que, teniendo a Jesús cerca de nosotros para liberarnos, nos dejamos
llevar por el miedo a su presencia, a su poder; y preferimos seguir en nuestra
vida miserable y enferma en lugar de darle a él las riendas de nuestra vida
para ser liberados y salvados, para recuperar la calma. Oración: "Señor,
que te manifestaste poderoso, dominador y señor sobre las aguas, ayúdame a
reconocer que en el fondo de tu corazón humano reina también la gloria infinita
de tu divinidad, que tú, Jesús, eres el Hijo de Dios perfecto igual que el
Padre".
“Que el Señor te acompañe en este día
y te llene de bendiciones”
El Señor a Resucitado Aleluya Aleluya
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