[Dios envió a su Hijo al mundo para que el mundo se salve por él.] Miércoles de la II Semana de Pascua
Miércoles de la II Semana de Pascua
EVANGELIO
[Dios envió a su Hijo
al mundo para que el mundo se salve por él.]
Del santo Evangelio
según san Juan 3, 16-21
Tanto amó Dios
al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no
perezca, sino que tenga la vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para
condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él
no será condenado; pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en
el Hijo único de Dios. La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la
luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras
eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella,
para que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra el bien conforme a
la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según
Dios.
Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
Jn 3, 16-21
Nos encontramos ahora con la enseñanza más preciosa de toda la Sagrada
Escritura, con el anuncio que nos devuelve la alegría y la paz: "¡Tanto
amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único!" El Dios en quien creemos es
un Dios que ama al mundo que él creó, y sobre todo que ama al ser humano, en
quien él puso una capacidad para conocer y amar, una capacidad de entrar en un
diálogo, en un encuentro de amistad. En la primera carta de Juan esta imagen de
un Dios que ama se reafirma hasta llegar a decir simplemente que "Dios es
amor", y por lo tanto sólo puede ser conocido por alguien que ame (1 Juan
4, 8). Y ese amor se manifestó plenamente cuando envió a su Hijo, que nos trae
"vida eterna". Mirando a Cristo no morimos, es decir, nuestra vida no
termina en fracaso y oscuridad, nuestra vida se salva. En medio de aparentes
fracasos y de profundos dolores, estamos rescatados, y todo va a terminar en la
plenitud de Dios. Y Cristo no vino para juzgar sino para salvar. Cuando el
evangelio dice "el que no cree no es juzgado", se refiere al que
verdaderamente ha puesto su confianza en el que lo salva, Cristo. Esa fe no es
sólo aceptar la existencia de Dios o los dogmas, porque también el demonio
tiene ese tipo de fe (Sant 2, 19). Este evangelio, al igual que San Pablo, se
refiere a la fe viva, la fe que transforma toda la vida y se hace activa en el
amor (Gál 5, 6). Es la apertura sincera y confiada al amor divino que le
permite a Dios transformar nuestra vida concreta; y eso es lo que nos libera
del juicio, porque gracias a esa fe toda nuestra vida se coloca bajo la luz de
Dios y su luz va expulsando todas las tinieblas, todo lo que no le agrada.
Oración: "Te doy gracias, Padre, por tu inmenso amor; porque entregaste a
tu propio Hijo para darnos la vida. Quiero confiar en la salvación que me trae
Jesús, dejarme tomar por su vida, y permitirle que ilumine todo mi ser y toda
mi existencia para liberarla de la oscuridad y de la muerte".
“Que el Señor te acompañe en este día
y te llene de bendiciones”
El Señor a Resucitado Aleluya Aleluya
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