[Tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida.] Domingo de la VI Semana de Cuaresma
Domingo de la VI Semana de Cuaresma
EVANGELIO
[Tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la
vida.]
Del santo Evangelio
según san Lucas 15, 1-3. 11-32
En aquel
tiempo, se acercaban a Jesús los publícanos y los pecadores para escucharlo.
Por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Este recibe a los
pecadores y come con ellos”. Jesús les dijo entonces esta parábola: “Un hombre
tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte
de la herencia que me toca’. Y él les repartió los bienes. N o muchos días
después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá
derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo
todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a padecer
necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual
lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas
que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera. Se puso entonces
a reflexionar y se dijo: ‘¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan
de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi
padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco
llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores’. Enseguida se puso
en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo
vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al
cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: ‘Padre, he pecado contra el
cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’. Pero el padre les dijo a
sus criados: ‘¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un
anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo.
Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a
la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezó el banquete. El hijo
mayor estaba en el campo y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música
y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba.
Este le contestó: ‘Tu hermano ha regresado y tu padre mandó matar el becerro
gordo, por haberlo recobrado sano y salvo’. El hermano mayor se enojó y no
quería entrar. Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó:
‘¡Hace tanto tiempo que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no
me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí,
viene ese hijo tuyo, que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas
matar el becerro gordo’. El padre repuso: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo y
todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque
este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo
hemos encontrado’ ”.
Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
Lc 15, 1-3.
11-32 El hijo que había optado por la independencia, vuelve renunciando a sus
derechos de hijo y pidiendo ser un empleado dependiente. Renuncia a la
autonomía que tanto había acariciado cuando abandonó la casa paterna. Pero el
Padre conmovido responde sobreabundantemente, reacciona desde sus entrañas de
misericordia. Por eso ennoblece al hijo arrepentido y hace fiesta. Los detalles
de esta parábola brindan una gran riqueza al relato: el deseo de independencia
y lejanía, el derroche, la humillación y las privaciones, el recuerdo de la
casa paterna y todo lo bueno que era, el arrepentimiento, el retorno, la espera
del Padre, su compasión y su alegría, el festejo, la recuperación de la
dignidad perdida y la vida nueva del hijo. Frente a este texto deberían nacer
en nuestros corazones estas preguntas: ¿En qué Dios estoy creyendo? ¿El Dios de
mi vida y de mi corazón es realmente este Padre que espera, que comprende, que
perdona, que hace fiesta? ¿O el Dios de mi corazón es el del hijo mayor,
controlador, duro, inflexible, justiciero? Este texto nos invita a corregir
aquellos aspectos de nuestra imagen de Dios que empañan la figura del Padre
lleno de amor y compasión, el Dios que "es amor" (1 Juan 4, 8), y nos
obliga a revisar nuestra actitud ante los errores ajenos. Podemos reaccionar
ante los demás como el hermano que se había quedado en la casa, pero no se
había contagiado del espíritu misericordioso de su padre, y entonces era
incapaz de alegrarse por el hermano recuperado y se negaba a la fiesta del amor
y el perdón. El hijo que descansa en el pecho de su padre luego de haberse
desgastado en el desenfreno y en el desorden, es una invitación a volver al
Padre con confianza para sanar en él nuestras propias heridas y comenzar
siempre otra vez, como nuevas criaturas. Oración: "Padre, me pongo en tus
manos, haz de mí lo que quieras. Lo que hagas de mí te lo agradezco. Estoy
dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal que tu voluntad se cumpla en mí... Me
entrego en tus manos sin medida, con una infinita confianza, porque tú eres mi
Padre".
“Que el Señor te acompañe en este día
y te llene de bendiciones”
Cuaresma tiempo de conversión
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Gracias padre que Dios lo Bendiga y Nuestra Señora Santa María del Carmen lo cuide. Feliz Domingo.
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