[El que cumpla y enseñe mis mandamientos, será grande en el Reino de los cielos.] Miércoles de la III Semana de Cuaresma
Miércoles de la III Semana de Cuaresma
EVANGELIO
[El que cumpla y
enseñe mis mandamientos, será grande en el Reino de los cielos.]
Del santo Evangelio
según san Mateo 5, 17-19
En aquel
tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley o
los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro
que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más
pequeña letra o coma de la ley. Por lo tanto, el que quebrante uno de estos
preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los
cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los
cielos”.
Palabra del
Señor
REFLEXIÓN
Mt 5, 17-19
Este evangelio nos muestra a Jesús aclarando una posible confusión. Si bien él
no continúa con los sacrificios de la religión judía y con otras costumbres que
fueron agregadas por las tradiciones de los fariseos, sin embargo de ninguna
manera anula las exigencias de la Ley de Dios. Las cosas que Dios nos pide,
sean pequeñas o grandes, deben ser cumplidas con delicadeza y amor; nada de lo
que Dios nos pide es irrelevante o despreciable. Pero Jesús no sólo pide que
cada uno se empeñe en ser fiel a la Ley de Dios, sino que también enseñe esa
Ley, que se identifique públicamente con ella y la transmita a los demás. Quien
lo haga "será considerado grande en el Reino de Dios". Jesús mismo
vino a cumplir esa Ley en su persona, y su vida es el testimonio personal y
bello de lo que significa ser fiel a la Ley de Dios. Porque es cierto que el
cristianismo es también un camino, es también un estilo de vida. No es una
moral que uno vive gracias a los esfuerzos de su voluntad, sino un crecimiento,
una maduración de nuestra vida por la acción del Espíritu Santo que suscita
nuestra libre respuesta y nuestra cooperación. Y en definitiva es un trabajo
delicado del Espíritu Santo que nos va modelando según la imagen de Jesús, que
va logrando poco a poco que empecemos a vivir como Jesús vivió, que podamos
reaccionar como él, que reproduzcamos en nuestras acciones el estilo de vida de
Jesús. Por eso la Ley de Dios, como Jesús la vivió, sigue siendo una exigencia
para nosotros. Porque nadie puede amarlo de verdad sin llenarse de deseos de
vivir como él vivió. No porque es una Ley externa que hay que cumplir por
obligación, sino porque llega a convertirse en una necesidad, en ese anhelo
interior que nace cuando alguien nos cautiva, cuando nos dejamos deslumbrar por
la belleza del amado. Oración: "Señor, coloca en mi corazón un profundo
amor por tu Ley, un santo deseo de cumplir tu voluntad en las grandes y en las
pequeñas cosas, la ilusión de agradarte con mi vida siguiendo el modelo
perfecto de Jesús".
“Que el Señor te acompañe en este día
y te llene de bendiciones”
Cuaresma tiempo de conversión
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