[Se transfiguró en presencia de ellos.] Sábado Semana VI del Tiempo Ordinario Ciclo C
Sábado Semana VI del Tiempo Ordinario
EVANGELIO
[Se transfiguró en presencia de
ellos.]
Del santo Evangelio según san Marcos
9, 2-13
En aquel tiempo, Jesús tomó aparte a
Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto y se transfiguró en
su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una
blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron
Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro le dijo a Jesús:
"Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres chozas, una para ti,
otra para Moisés y otra para Elías". En realidad no sabía lo que decía,
porque estaban asustados. Se formó entonces una nube, que los cubrió con su
sombra, y de esta nube salió una voz que decía: "Este es mi Hijo amado;
escúchenlo". En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a
Jesús, que estaba solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó
que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre
resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero
discutían entre sí qué querría decir eso de "resucitar de entre los
muertos". Le preguntaron a Jesús: "¿Por qué dicen los escribas que
primero tiene que venir Elías?" Él les contestó: "Si fuera cierto que
Elías tiene que venir primero y tiene que poner todo en orden, entonces ¿cómo
es que está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser
despreciado? Por lo demás, yo les aseguro que Elías ha venido ya y lo trataron
a su antojo, como estaba escrito de él".
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
Mc 9, 2-13 Al comienzo de la primera
parte del evangelio de Marcos tenemos el episodio del bautismo de Jesús, donde
el Padre lo presenta como su Hijo querido, su predilecto, amado con un amor
único y exclusivo (1, 11). Del mismo modo aquí, al comienzo de la segunda parte
del evangelio, tenemos el episodio de la Transfiguración de Jesús, donde el
Padre confirma la misión que le ha dado presentándolo como su Hijo querido e
invitando a escucharlo. Por un instante los tres apóstoles alcanzan a
vislumbrar el misterio trascendente de Jesús, por un instante se abre el cielo,
y se nos recuerda la gloria de la primera alianza en el Sinaí (Éx 24, 9-18).
Pero aquí Moisés, junto con el profeta Elias, está simplemente acompañando a
Jesús, el Hijo querido, el único. Los apóstoles quieren prolongar esa maravillosa
experiencia, pero deben bajar de la montaña porque todavía falta hacer un
camino en la tierra. También a nosotros, muchas veces, nos gustaría quedarnos
en la montaña, en un lugar sereno y feliz, pero tenemos que bajar y seguir con
las tareas cotidianas, y a veces tenemos que enfrentar momentos difíciles.
Cuando bajamos a la fiebre de la ciudad, nos basta recordar que también existe
la paz de la cima de los montes. Pero además, esa rutina cotidiana, y los
sufrimientos propios de la vida también pueden ser ofrecidos, entregados con
amor, y así se llenan de sentido. El solo hecho de levantarnos por la mañana y
ofrecer a Dios con amor todo lo que vamos a vivir, es una manera de hacer que
ese día se llene de gloria, aunque no estemos en la montaña. Oración: "Te
doy gracias Señor por los signos de tu gloria que me regalas en medio de las
asperezas de esta vida. Pero no dejes que me evada en las experiencias bellas y
dame la fortaleza y la luz para bajar de la montaña con el deseo de entregar mi
vida".
“Que el Señor te acompañe en este día
y te llene de bendiciones”
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