"¿Está permitido en sábado salvar una vida o perderla?" Miércoles Semana II del Tiempo Ordinario Ciclo C


 

Miércoles Semana II del Tiempo Ordinario

EVANGELIO

¿Está permitido en sábado salvar una vida o perderla?

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 3, 1-6

Jesús entró nuevamente en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo curaba en sábado, con el fin de acusarlo. Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: Ven y colócate aquí delante. Y les dijo: ¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla? Pero ellos callaron. Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. El la extendió y su mano quedó curada. Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con él.

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

La mano, que simboliza el trabajo, la creatividad, la iniciativa, está atrofiada. Por eso Jesús, al curar a este enfermo, lo impulsa a moverse, a dar un paso a la vista de todos, y a extender su mano, y así no solamente sana la parálisis de su mano, sino su desconfianza ante la vida, su ensimismamiento, su inseguridad interior y sus miedos. Jesús indica que hacer el bien al hermano necesitado está por encima de las demás leyes, y se presenta como un amante de la vida, dador de vida para el hombre. Pero los fariseos, que debían buscar el bien del pueblo, son incapaces de alegrarse por el bien de la persona curada, como pide san Pablo: "alégrense con los que están alegres, lloren con los que lloran" (Rom 12, 15). Esta insensibilidad indigna a Jesús, que los mira lleno de dolor por la obstinación de sus corazones, encerrados en las propias ideas y permanentemente preocupados por su poder en la sociedad. Los fariseos advirtieron el cuestionamiento de la mirada de Jesús, y a partir de ese momento decidieron que esa mirada cuestionadora debía ser eliminada. No toleraban que alguien se atreviera a enseñarles algo. El hombre enfermo reconocía su necesidad de ser curado, y Jesús pudo liberarlo; pero los fariseos, enfermos de envidia y de egoísmo, que no se sentían necesitados de nadie, no pudieron ser curados. Jesús no obligaba a nadie a recibir su oferta de salvación. Oración: "Señor, dame la gracia de dejarme cuestionar por tu mirada, sobre todo cuando mi corazón se vuelva indiferente ante el dolor de los hermanos, cuando ya no sea capaz de alegrarme por el bien ajeno, cuando la envidia me carcoma el alma. Mírame Señor".

“Que el Señor te acompañe en este día y te llene de bendiciones”

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