Si tu hermano te escucha, lo habrás salvado.
Del santo Evangelio según san Mateo: 18, 15-20
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos. Pero si ni así te hace caso, díselo a la comunidad; y si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano. Yo les aseguro que todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo. Yo les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos".
Palabra del Señor.
PROTOCOLO DE LA RECONCILIACIÓN
EZ 9,1-7; 10, 18-22, Mt 18,15-20
Los conflictos derivados de las fallas en la comunicación interpersonal o del afán por asegurar el propio interés antes que el ajeno, son inevitables en la convivencia diaria. No podemos ignorarlos, es necesario afrontarlos con sensatez y paciencia. El Señor Jesús propone un camino para vivir la reconciliación o el distanciamiento en caso de que fracase la primera opción. La primera sugerencia es que el agraviado, es decir, la víctima, tendrá que conversar con el agresor discretamente a fin de que se restablezca la justicia; en caso de que el agresor se desentienda, tendrá que recurrirse al arbitraje de un par de testigos y finalmente al parecer de la comunidad. Cuando la cerrazón prevalezca, el discípulo de Jesús no está obligado a lo imposible. Entonces podrá desentenderse del compromiso de reconciliarse con el hermano que lo ofendió y que se resiste a restablecer la justicia
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